martes, 15 de julio de 2008

La Marsellesa

El himno más famoso del mundo nació de un famoso momento de la historia universal. Pero también nació de la mano que lo escribió y de la boca que por primera vez lo tarareó: la mano y la boca de su nada famoso autor, el capitán Rouget de Lisle, que lo compuso en una noche.
Dictaron la letra las voces de la calle, y la música brotó como si el autor la hubiera tenido adentro, desde siempre, esperando salir.
Corría el año 1792, horas turbulentas: las tropas prusianas avanzaban contra la revolución francesa. Arengas y proclamas alborotaban las calles de Estrasburgo:
_ ¡A las armas, ciudadanos!
En defensa de la revolución acosada, el recién reclutado ejército del Rin partió hacia el frente. El himno de Rouget dio brío a las tropas. Sonó, emocionó; y un par de meses después reapareció, quién sabe cómo, en la otra punta de Francia. Los voluntarios de Marsella marcharon al combate entonando esa canción poderosa, que pasó a llamarse la Marsellesa, y toda Francia le hizo coro. Y el pueblo asaltó , cantándola, el palacio de las Tullerías.
El autor marchó preso. El capitán Rouget era sospechoso de traición a la patria, porque había cometido la insensatez de discrepar con doña Guillotina, la más afilada ideóloga de la revolución.
Por fin salió de la cárcel, sin uniforme, sin salario.
Durante años arrastró su vida, comido por las pulgas, corrido por la policía. Cuando decía que él era el papá del himno de la revolución, la gente se le reía en la cara.

Extraído de: "Espejos" Una historia casi universal
Autor: Eduardo Galeano

Canta Edith Piaf:

3 comentarios:

bela dijo...

Así de injusto es el poder aunque parta de aquellos que en un tiempo lucharon para ser hombres libres. El poder te hace olvidar todos tus principios. bsts. Bela

Amanda dijo...

Subí esto porque dijiste que ayer tuviste ganas de cantar "La Marsellesa". Yo no lo sabía y es una buena información, no?

meridiana dijo...

Me encantó tu información, yo no lo sabía...
Que triste,que duro.
Como aquel poeta sublime e inmenso que termino con una etiqueta en el dedo gordo del pie ya que no se sabía quien era. Nada mas y nada menos que Jacobo Fijman. Un bello paisaje recreado en el alma eran sus palabras.

Te invito a pasear por nuestro blog... creo que te va a gustar.

Un saludo

Vanesa Aldunate