lunes, 29 de noviembre de 2010

Dos grandes


Mario Monicelli


Leslie Nielsen

sábado, 27 de noviembre de 2010

Simone Weil


Simone Weil, nace en el seno de una familia hebrea intelectual y laica: su padre era un médico renombrado y su hermano mayor, André Weil, un matemático brillante.
Estudia filosofía y literatura clásica, es alumna de Alain (Émile Chartier). A los 19 años ingresa, con la calificación más alta, seguida por Simone de Beauvoir, en la Escuela Normal Superior de París. Se gradúa a los 22 años y comienza su carrera docente en diversos liceos.
Al comienzo de los años treinta parte por algunas semanas a Alemania y a su regreso escribe algunos artículos donde expresa con lucidez hacia dónde se dirige Alemania. Conoce a León Trotsky en París, con quien discute sobre la situación rusa, Stalin, y la doctrina marxista.
A los 25 años, abandona provisoriamente su carrera docente, para huir de París y durante los años 1934 y 1935, trabaja como obrera en Renault: "Allí recibí la marca del esclavo", dirá. En 1941, ya en Marsella, trabaja como obrera agrícola. Piensa que el trabajo manual debe considerarse como el centro de la cultura y sostiene que la separación creciente a lo largo de la historia entre la actividad manual y la actividad intelectual ha sido la causa de la relación de dominio y poder que ejercen los que manejan la palabra sobre los que se ocupan de las cosas.
Sindicalista de la educación, se muestra a favor de la unificación sindical y escribe en la revista La escuela enmancipada. Participa en la huelga general de 1936. Milita apasionadamente por un pacifismo intransigente pero, al mismo tiempo, se compromete en la columna anarquista Durruti en España que lucha contra Francisco Franco dentro del bando republicano español. Es periodista voluntaria en Barcelona y se incorpora al combate armado en Aragón. Allí aprende a usar el fusil pero nunca se atreve a dispararlo. De esta cruda experiencia, le queda el amargo sentimiento de la brutalidad y del sinsentido de la guerra.
La no-violencia es una constante de su pensamiento. Se encontrará muchas veces con Lanza del Vasto.
Enferma de tuberculosis, se dice que se deja morir en el sanatorio de Ashford en 1943. Deseosa de compartir las condiciones de vida de la Francia ocupada por la Alemania nazi, es posible que no se haya alimentado lo suficiente, lo que podría haber agravado su enfermedad.
Todas sus obras aparecieron después de su muerte, editadas por sus amigos.
Albert Camus, uno de sus editores y enamorado amigo admiró su obra como una de las más importantes del fin de la guerra.

Wikipedia

viernes, 19 de noviembre de 2010

En el jardín


Mauricio Kartun en el jardín
El autor de El niño argentino y Ala de criados defiende las enormes ventajas de la jardinería como complemento de la creación dramática


Muy pocas cosas me hacen reír en soledad: la risa debe de ser en mí un rito social, porque cuando estoy solo me sale poco. Pero de entre esas escasas risas hay tres que no me fallan: ciertos videítos de Violencia Rivas, el descubrimiento de alguna metáfora suculenta cuando escribo y la aparición de la primera flor en mi jardín. Una alegría radiante. Y me río. Yo soy medio agnosticote, pero mi mujer, que es de fe, suele hablarme del concepto de la gracia, la manifestación de lo sagrado. El humor, la poesía y las plantas deben ser el módico altarcito que venero.
Para ser feliz un rato, emborracharse. Para ser feliz una semana, hacer un viaje. Para ser feliz un año, casarse. Para serlo toda la vida, cuidar un jardín. Así dicen los chinos, tan proverbiales siempre los tipos.
Grandes, los chinos. Una verdad grande como un ombú: de nada disfruto tanto como de la jardinería. Y nada le va mejor, estoy convencido, al trabajo del escritor. Le siguen, cerquita, los gatos, pero quedan segundos ahí: jardín y escritura son el par maestro. Y analógico: crear una pequeña utopía y habitarla. Recorrerla a diario metiendo mano aquí y allá. Sembrar. Componer. Podar. Sacar hojarasca. No hay nada de lo que hago con las manos en tierra que no encuentre su semejante con las manos en tinta. Y encima se alternan en secuencia deliciosa. Dejar el papel para ir a la tierra y volver al papel.
Creo mucho en la mano verde. No es un invento de las viejas ni una cursilería. Es el contacto profundo y paciente con lo lento y lo silencioso. Nada de quieto ni mudo: eso es ingenuo. Se mueven y hablan, sólo que hay que saber escuchar y tener paciencia. Saber escuchar y esperar el crecimiento de una imagen: de nada sabemos mejor los dramaturgos. A lo que llamamos allá mano verde, le decimos acá buena pluma: gemelos separados al nacer.
Retoco la proverbialidad oriental: Para ser feliz toda la vida, cuidar un jardín mientras escribo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Coplitas Puntagüinas


Coplitas Puntagüinas

La señora de la casa
amasa.
Muy lejos del mar,
su marido
va a cazar.
Los hijitos
juguetones,
con camiones.
Y la nena
muy coqueta
en camiseta.
Las manzanas
se descuelgan
y aplastan
a las acelgas.
Los honguitos
a un costado,
en un lugar
muy sombreado.
Traviesa
la pititorra,
hace su nido
en una gorra.
Sobre el señor avestruz
cabalgan
muchos bichitos de luz.
Caminando
sin apuro
va pensando
Don Tortugo.
Su señora
en una silla,
tomando té de jarilla.
Un chingolito cantor
llora
una pena de amor.
El zorzal
canta mal
y lo reta
la maestra Tijereta.
El sapo
baja del cerro
a bañarse
entre los berros.
El cardenal,
señorial,
en el nogal.
La mariposa
contenta.
Le gusta
el olor a menta.
Doña Martineta
copetuda
y con peineta.
Y la liebre
su vecina
está doblando la esquina.
La arañita
nos espera
detrás
de una cortadera.
Y el grillo
da su concierto
y se queda
medio muerto.
Una hormiga
paseandera
no quiere
ir en hilera.
Un picaflor mentiroso
se hace pasar
por un oso.
El pájaro carpintero
se queja
porque es soltero.
Dos torcacitas
enamoradas
van muy juntitas.
Un loro trapecista
presume
que es un artista.
Pobrecita
la vizcacha,
la corre
una cucaracha.
Un guanaco
color miel
que parece
de papel.
La lagartija
curiosa
es una buena esposa.
Pero la lombriz
chismosa
dice que es muy mañosa.

Amanda Vistuer
Punta de Agua, 14 de enero de 1984

lunes, 15 de noviembre de 2010

Error


Perón alentó la formación de Montoneros desde el exilio; fue su carta de negociación para volver. Los alentó y le dio una entidad: eran las “formaciones especiales”, que tuvieron un lugar dentro de la conducción del movimiento. Cuando regresó, pretendió encauzarlos institucionalmente, cosa que no pudo hacer. Cuando Perón justificó la intervención a Córdoba, dijo que el gobierno “no supo colocarse a la altura de las circunstancias”. Perón tuvo un doble discurso. Sé que a los peronistas no va a gustarles esto. Ese doble discurso es muy evidente entre el ’73 y el ’74. Pero hay que decir que Perón dio señales. La principal señal fue que no investigó lo que sucedió en Ezeiza el 20 de junio de 1973; y después propuso volver a las 20 Verdades Peronistas, lo que significaba que no iba a haber ninguna revolución socialista. Creo que el error fue pensar que Perón era un revolucionario.

Alicia Servetto
Historiadora cordobesa.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Madoff


Todos los números que marcan al ex financista y estafador Bernard Madoff son inmensos: la mayor estafa jamás vista, 150 años de prisión, decenas de miles de millones de dólares perdidos. Para pagar a los estafados, ayer comenzaron a rematarse sus pertenencias personales, evento que se transformó en una fiesta de cholulismo. Las pantuflas del estafador, con sus iniciales bordadas, se vendieron a 1100 dólares, su piano por 15.000, sus cigarreras de cuero por 1250 cada una, su pisapapeles por 3300.

Página12
14/11/2010

jueves, 11 de noviembre de 2010

Paul en Buenos Aires

Paul McCartney robó lágrimas, sedujo con su estampa bonachona, pero por sobre todo brindó un show cercano a la gloria. Tocó casi tres horas, cantó como en los discos y resolvió la memoria con la sencillez de un viejo sabio: sin utilizar artificios de diseño y apelando sólo a la música como la máxima exaltación de un vínculo sagrado.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Un cretino menos.

Massera, sorprendido por dos Madres de Plaza de Mayo a principios de los 80.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Luis Salinas


Alguna vez, Luis Salinas dijo que un músico toca como habla. En su caso, cuando el tema es la música, él habla como toca. Entonces, la hoja de ruta que propone como eje a Sin tiempo , el triple que acaba de lanzar a la venta, pierde vigencia apenas arranca la charla, mientras a un par de metros, una compactera dispara músicas en las que reina la melodía y la improvisación.
“La melodía es la reina de la música”, declara. “Para mí”, agrega, y amplía: “Tiene que ver con la cultura. Para un cubano, es fundamental el ritmo. Entre gitanos, si no tenés compás, no toques. Para la improvisación, los americanos -Bill Evans, John Coltrane, Charlie Parker-, y los brasileños, para la armonía. Nosotros, en cambio, tenemos mucha melodía, en el tango, en el folclore; más allá de que te vas a Salta, a Santiago, y el ritmo está ahí.” Evans, Coltrane, Parker. ¿Y los guitarristas? Le tengo una sana envidia a tipos que entraron en el mundo y lo cambiaron, como Paco de Lucía, Django Reinhardt, Wes Montgomery, Jeff Beck, B. B. King. Tipos que tienen la autoridad de los creadores. Como Atahualpa Yupanqui, Roberto Grela, Horacio Salgán o Ubaldo de Lio. Esos tipos son la cultura.
¿Y en qué lugar te ubicás vos? Yo hago lo que puedo. Recuerdo que mis intentos por tocar los solos de George Benson, le provocaban a él apenas simpatía. En cambio, aprobaba cuando hacía lo que yo sentía. O que B. B. King me decía que no importaba que no hubiera nacido en el blues, si era sincero al tocarlo. Se trata de ser uno mismo. Habrá quien guste de lo que hacés, y quien no. Una vez dije que trato de ser el “mejor Salinas” posible. Es así. Sólo compito conmigo mismo, y, en esa competencia no entra la especulación.
La edición de un triple, tras una serie de cinco discos con clásicos de la música popular argentina evidencian que, de haber una estrategia, poco tiene que ver con lógicas de marketing.
Por eso no sorprende que el proyecto de grabar un disco se multiplicara por tres. “Tenía un montón de temas nuevos, me agarró el violero eléctrico que llevo dentro, y la cosa creció”, explica. Bastante tuvo que ver en esa posibilidad Lito Vitale. “Me llevó a su estudio, me dio la llave y se fue. Como si te diera la de mi casa y te dijera ‘Tomá, vuelvo en una semana’”.
Lo demás, fluyó. “Lo llamé a Diego Amador, soñando con que tocara en un tema. Estuvo acá, se llevó una maqueta, y grabaron todas las bases con Tomatito y el Churry”, cuenta. Y sigue: “Luego, en el estudio fueron apareciendo otras cosas, como el Blues de Gálvez , donde volví a tocar con distortion como cuando tocaba en Monte Grande, boleros, baladas.” Y entre esas cosas, en medio de un diálogo casual -aunque nada lo sea-, Luis Alberto Spinetta lo invitó a mezclar el disco en su estudio. “Nos armó todo, estuvo durante toda la mezcla. Traía medialunas y ni siquiera se llevaba una para él, y terminó poniéndole letra y voz a una de las canciones. Fue uno de los regalos más grandes que recibí como artista”, admite Salinas.
Con el disco en la calle, a punto de presentarlo en sociedad, el músico se ahorra palabras a futuro: “Por ahora, prefiero vivir el momento, y lo que sale. Ahora necesitaba hacer esto. Y en nuestro país, empezar algo y terminarlo ya es bastante.”

Diario Clarín, 4/11/2010

lunes, 1 de noviembre de 2010