jueves, 24 de febrero de 2011

Lengua a la vinagreta


Lengua a la vinagreta

Ingredientes

Lengua de ternera, 1
Zanahoria, 1
Puerros, 2
Apio, 1 ramita
Laurel, 2 hojas
Ají morrón verde o rojo, 1
Cebolla, 2
Huevos, 3
Dientes de ajo, 6
Alcaparras, 2 cucharadas
Perejil picado fino, 2 cucharadas
Aceite de oliva, 1 taza
Vinagre de vino o de manzana, 1 taza
Sal y pimienta a gusto

Preparación de la lengua

- Sumergir la lengua en agua hirviendo durante 10 minutos.
- Retirar la lengua de la cocción y pelarla quitando toda la piel y adherencias.
- En una olla con abundante agua hirviendo poner la zanahoria, los puerros, la cebolla, el apio, el laurel y sal gruesa a gusto.
- Poner la lengua en el caldo y cocinar durante dos horas
- Retirar del fuego y dejar enfriar la lengua dentro del caldo.

Para la vinagreta

- Picar finamente el ají morrón y la cebolla.
- Hervir los huevos durante 10 minutos (huevos duros).
- Picar finamente el ajo y el perejil.
- Mezclar el aceite, el vinagre, el ají, la cebolla, el ajo, los huevos duros picados y las alcaparras.

Presentación

- Cortar la lengua en rebanadas finas.
- Colocarlas en una fuente preferentemente de vidrio.
- Cubrir con la vinagreta.
- Dejarla en la heladera varias horas antes de servir.
- Al momento de servir espolvorear con el perejil picado.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Conocerás al hombre de tus sueños (2010)




Comedia entretenida, tan dramática como divertida, con la habitual habilidad de Allen para combinar lo ligero con lo grave, Conocerás al hombre de tus sueños reflexiona sabiamente sobre los sueños y las ilusiones de los hombres, y sobre la insatisfacción y angustia que provoca el no poder conseguirlos, especialmente cuando se tiene la certeza de que nunca se conseguirán. Tal vez por ello los personajes más felices son aquellos que prefieren vivir engañados evitando enfrentarse a las respuestas más amargas sobre la vida y su sentido.


Con esta película te ríes. Te ríes de unos personajes desolados y una historia triste al fin y al cabo. Te ríes viendo a seres inteligentes perdiendo la cabeza y siendo incapaz de ser felices, por otros sin brillantez y sin carisma ninguna, pero que sin embargo con la llave de la felicidad. Todo sin caer en esos aburridos tópicos que asesinan literalmente al espectador atento.


Woody Allen vuelve a hablarnos de las inseguridades humanas, de las complejas y tormentosas relaciones personales. Tan reales como la vida misma, y te dice: Si es que la vida es así, ¿Cuándo vas a empezar a reírte de ti mismo y dejar de tomarte las cosas tan en serio?.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La Isla de los Gorriones Felices


La Isla de los Gorriones Felices.

El viejo paraíso del patio de la escuela albergaba a cientos de gorriones.
Juancho y Pancho eran iguales a todos los demás. Tan vulgares como cualquier gorrión que salta en la vereda cuando no pasa nadie.
Esa tarde nuestros amigos bajaron a picotear las migas de galletitas que habían dejado los chicos sobre las baldosas del patio.
No paraban de hablar entre miga y miga:
_ Estoy cansado de ser igual que todos_ decía Juancho.
_ Yo estoy aburrido de que me confundan con cualquier gorrión_ agregaba Pancho.
Era la ventillonésima vez que lo decían. A veces cambiaban eso de “cansado” y “aburrido” por “harto”, “patilludo”, “podrido”, “hasta acá”_ y se tocaban la plumita más alta de la cabeza_, “hasta la coronilla”...
No pasaron muchos días y se decidieron:
Esa tarde de domingo, sin chicos y sin migas, prepararon su viaje a la Isla de los Gorriones Felices.
Dina, la golondrina, les había asegurado que allí nadie se aburría ni se ponía patilludo.
Al otro día, bien tempranito, partieron junto con el “Eugenio Cé”.
Preferían ir volando, pero como el viaje era muy largo, bajaban a descansar y a picotear a la cubierta del barco, mucho más grande que el patio de la escuela.
Cuando nadie los veía, hasta se bañaban en la pileta y tomaban sol en el trampolín.
Esa madrugada el barco empezó a pitar a más no poder cuando divisó la Isla, aunque siguió navegando sin pararse. Tenía que llegar a horario a las Islas Canarias.
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Nunca habían visto tantos colores juntos. Ni en todos los dibujos que ponían los chicos en las ventanas del aula. Colores en las piedras, en los árboles, en las ramas, en las tortugas, y... colores que volaban.
No eran ni más ni menos que los gorriones de la Isla.
Rojos, amarillos, violetas, naranjas, azules... Un montón de ellos bajaron a la playa a recibirlos:
_ Bienvenidos a la Isla, amigos. No se queden ahí, pasen, pasen... _ decían amablemente.
Juancho y Pancho eran los únicos pardos en ese lugar.
Las gorrioncitas los miraban con admiración.
_ ¡Qué bellos que son! _ les decían descaradamente.
_ No se parecen a nadie._ comentaban maravillados los verdes, azules, naranjas, amarillos...
_ Vengan a nuestro árbol._
_ Coman todas estas migas._
_ Vuelen con nosotros._
_ Báñense en nuestro arroyo._
_ Muéstrense, agiten las plumas, giren, bailen, salten, planeen, muevan la colita, picoteen, chillen...! _
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Un mes, dos meses, y... Juancho y Pancho volvieron a estar hartos, aburridos, patilludos, hasta la coronilla, pero ahora, por ser los únicos distintos en la Isla.
Hasta que un día, cuando escucharon pitar al “Eugenio Cé”, agitaron sus plumas, movieron la colita por última vez y se despidieron de los gorriones naranjas, verdes, azules. amarillos...
_ ¡No los olvidaremos! _ gritaron desde la baranda de cubierta.
Después de un montón de días, nuestros amiguitos estaban en el viejo paraíso del patio de la escuela.
Volvieron a confundirse con los demás gorriones del árbol y de toda la ciudad, pero... ¿Pueden creerlo?... A Juancho le salió un plumón naranja debajo del ala izquierda. Y a Pancho, una plumita violeta en la cola.


Amanda Vistuer
1984

martes, 1 de febrero de 2011

Entre les murs (2008)

Laurent Cantet, uno de los directores más interesantes del panorama europeo, se encomienda en cuerpo y alma a François Bégaudeau, autor del libro original, guionista y protagonista de la película. Sin este profesor de los suburbios parisinos reconvertido en excelente actor, el proyecto de corte humanista de Cantet se hubiera venido abajo. Bégaudeau y sus jóvenes alumnos, todos ellos novatos en la actuación, son el alma, el corazón y la cabeza del filme. Conversan, discuten, gritan, pelean, se aman, se odian y sobre todo sacuden al espectador por medio de diálogos ingeniosos, irónicos, que roban la risa y motivan la emoción. Entre les murs es cine del bueno, del inteligente, del que remueve conciencias.

El tema principal de la película es el diálogo, la lucha socrática del profesor por educar a través del diálogo con los alumnos. En este sentido, queda perfectamente reflejada la dificultad de la tarea, la labor ardua y diaria que supone educar, moldear a los adolescentes, con la frustración que conlleva cuando sólo se consigue el fracaso, como en el caso del alumno expulsado, o de esa alumna que a final de curso le dice al profesor que no ha aprendido nada.

La realidad representada es ficticia, pero de una autenticidad apabullante, es decir, un retrato sobrecogedor repleto de situaciones y circunstancias que se palpan en la vida diaria de la mayoría de centros escolares públicos franceses y demás países occidentales.