viernes, 5 de noviembre de 2010

Luis Salinas


Alguna vez, Luis Salinas dijo que un músico toca como habla. En su caso, cuando el tema es la música, él habla como toca. Entonces, la hoja de ruta que propone como eje a Sin tiempo , el triple que acaba de lanzar a la venta, pierde vigencia apenas arranca la charla, mientras a un par de metros, una compactera dispara músicas en las que reina la melodía y la improvisación.
“La melodía es la reina de la música”, declara. “Para mí”, agrega, y amplía: “Tiene que ver con la cultura. Para un cubano, es fundamental el ritmo. Entre gitanos, si no tenés compás, no toques. Para la improvisación, los americanos -Bill Evans, John Coltrane, Charlie Parker-, y los brasileños, para la armonía. Nosotros, en cambio, tenemos mucha melodía, en el tango, en el folclore; más allá de que te vas a Salta, a Santiago, y el ritmo está ahí.” Evans, Coltrane, Parker. ¿Y los guitarristas? Le tengo una sana envidia a tipos que entraron en el mundo y lo cambiaron, como Paco de Lucía, Django Reinhardt, Wes Montgomery, Jeff Beck, B. B. King. Tipos que tienen la autoridad de los creadores. Como Atahualpa Yupanqui, Roberto Grela, Horacio Salgán o Ubaldo de Lio. Esos tipos son la cultura.
¿Y en qué lugar te ubicás vos? Yo hago lo que puedo. Recuerdo que mis intentos por tocar los solos de George Benson, le provocaban a él apenas simpatía. En cambio, aprobaba cuando hacía lo que yo sentía. O que B. B. King me decía que no importaba que no hubiera nacido en el blues, si era sincero al tocarlo. Se trata de ser uno mismo. Habrá quien guste de lo que hacés, y quien no. Una vez dije que trato de ser el “mejor Salinas” posible. Es así. Sólo compito conmigo mismo, y, en esa competencia no entra la especulación.
La edición de un triple, tras una serie de cinco discos con clásicos de la música popular argentina evidencian que, de haber una estrategia, poco tiene que ver con lógicas de marketing.
Por eso no sorprende que el proyecto de grabar un disco se multiplicara por tres. “Tenía un montón de temas nuevos, me agarró el violero eléctrico que llevo dentro, y la cosa creció”, explica. Bastante tuvo que ver en esa posibilidad Lito Vitale. “Me llevó a su estudio, me dio la llave y se fue. Como si te diera la de mi casa y te dijera ‘Tomá, vuelvo en una semana’”.
Lo demás, fluyó. “Lo llamé a Diego Amador, soñando con que tocara en un tema. Estuvo acá, se llevó una maqueta, y grabaron todas las bases con Tomatito y el Churry”, cuenta. Y sigue: “Luego, en el estudio fueron apareciendo otras cosas, como el Blues de Gálvez , donde volví a tocar con distortion como cuando tocaba en Monte Grande, boleros, baladas.” Y entre esas cosas, en medio de un diálogo casual -aunque nada lo sea-, Luis Alberto Spinetta lo invitó a mezclar el disco en su estudio. “Nos armó todo, estuvo durante toda la mezcla. Traía medialunas y ni siquiera se llevaba una para él, y terminó poniéndole letra y voz a una de las canciones. Fue uno de los regalos más grandes que recibí como artista”, admite Salinas.
Con el disco en la calle, a punto de presentarlo en sociedad, el músico se ahorra palabras a futuro: “Por ahora, prefiero vivir el momento, y lo que sale. Ahora necesitaba hacer esto. Y en nuestro país, empezar algo y terminarlo ya es bastante.”

Diario Clarín, 4/11/2010

No hay comentarios: