viernes, 5 de diciembre de 2008

Fantasmas en el parque II


Si los pastos conversaran, dice el tango. Canta la hierba, escribió T. S. Eliot. Puede que suceda en el campo, pero aquí en esta triste plaza urbana, por suerte callan. ¿De qué charlarían los pastos? No nos riegan, nos marchitan los perros, nos comen las hormigas, vos estás más alto que yo, pero vos más sanito, etc. Cuánta conversación nos evitamos. Imaginen una discusión entre pasto y pasto, qué pesadilla. Los árboles sí suelen murmurar y yo, que saco a pasear a mis fantasmas, a veces confundo esos rumores con otros recónditos en el fondo de la memoria.
Por ejemplo, creo oír el murmullo incesante de la máquina de coser de mi madre. Un manantial de pequeños metales picoteados, rasguidos de tela. Algún suspiro. Las madres solían expresarse con suspiros, yo hago lo mismo y la llamo ay madre cuando algo me duele.
Ay madre ¿por qué nunca te vi bailar?

Extraído de: "Fantasmas en el parque" de María Elena Walsh.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las invito a leer mi blog http://mariaelenawalsh.blogspot.com