lunes, 6 de octubre de 2008

1935, Buenos Aires: Alfonsina


A la mujer que piensa se le secan los ovarios. Nace la mujer para producir leche y lágrimas, no ideas; y no para vivir la vida sino para espiarla desde las ventanas a medio cerrar. Mil veces se lo han explicado y Alfonsina Storni nunca lo creyó. Sus versos más difundidos protestan contra el macho enjaulador. Cuando hace años llegó a Buenos Aires desde provincias , Alfonsina traía unos viejos zapatos de tacones torcidos y en el vientre un hijo sin padre legal. En esta ciudad trabajó en lo que hubiera; y robaba formularios del telégrafo para escribir sus tristezas. Mientras pulía las palabras, verso a verso, noche a noche, cruzaba los dedos y besaba las barajas que anunciaban viajes, herencias y amores. El tiempo ha pasado, casi un cuarto de siglo; y nada le regaló la suerte. Pero peleando a brazo partido Alfonsina ha sido capaz de abrirse paso en el masculino mundo. Su cara de ratona traviesa nunca falta en las fotos que congregan a los escritores argentinos más ilustres. Este año, en el verano, supo que tenia cáncer. Desde entonces escribe poemas que hablan del abrazo de la mar y de la casa que la espera allá en el fondo, en la avenida de las madréporas.

Extraído de: "Memorias del fuego" de Eduardo Galeano

2 comentarios:

MR BLOG. dijo...

La historia de Alfonsina siempre me conmovió, cuando fuí por primera vez a la Chacarita (y al parecer no será la última), lo primero era visitarla, no la leí demasiado, no se demasiado de su vida, pero su solo nombre siempre me inspiró cierta ternura que nunca entendí, como no entendí esas ganas de visitarla en la Chacarita, pero la vida es así...un cúmulo de sucesos, muchos de ellos inexplicables para los simples mortales.

Amanda dijo...

Gracias, Mr. Blog, otra vez, por visitarme. Quise traer a Alfonsina porque me acompaña desde niña con ese:"Tú me quieres blanca..." o con: "Quisiera esta tarde divina de octubre, pasear por la orilla lejana del mar..." y me dignifica. Sensible defensora del género con el arma más potente: la poesía.