La sencillez es una de las virtudes más complicadas de este viejo mundo. Cuando uno es sencillo (en su habla, en sus actos, incluso en su poesía) corre el incómodo riesgo de ser tomado por tonto, por babieca. Hay críticos, por ejemplo, que son propensos a elogiar solamente a aquellos poetas misteriosos, cuyas obras son comprendidas por muy pocos. Esos mismos críticos tampoco los entienden, claro, pero tienen cierta habilidad para cabalgar por fuera del misterio, haciendo de su ignorancia una forma inédita de discreción.
Si uno lee a Baldomero Fernández Moreno o a Antonio Machado, y capta la sabiduría de su sencillez, quisiera salir a abrazarlos, como si aún estuvieran ahí, con su pluma en ristre. Cómo enseñan, cómo abren sin prejuicios las puertas de su vida y nos regalan las llaves para que abramos la nuestra.
Todo mandante, ya sea el mandamás o el mandamenos, se afana (sobre todo cuando afana) en no ser sencillo. La dificultad es su muro de contención, su bastión, su blindaje. En la sencillez, los hombres y las mujeres se amparan, se comprenden, se alivian. En la complejidad, en cambio, se ven con desconfianza y con rencores. Cómo no tener en cuenta que la muerte es la cumbre de la sencillez.
Extraído de : "Vivir adrede" de Mario Benedetti
Imagen: "Castillo y sol" de Paul Klee
3 comentarios:
Le soy sincero, quedé encantado con su blog, por tal motivo decidí (si no le molesta)incluírlo en una guía de blogs que estoy armando.
La felicito, me sentí muy bien en su blog.
Atte: Max Dicásolo.
Mr. Blog, me siento halagada por su aprobación ante mi humilde blog.
No me molesta para nada que me incluya en su guía y lo voy a seguir visitando.
Muchas gracias, es un verdadero placer leer su blog.
Suerte.
Publicar un comentario