viernes, 20 de marzo de 2009

Fragmentos de un Evangelio Apócrifo.


Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.

Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni los cielos.

No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.

Si te ofendiere tu mano derecha, perdónala; eres tu cuerpo y eres tu alma y es arduo, o imposible, fijar la frontera que los divide...

No exageres el culto de la verdad; no hay hombre que el cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces.

No jures, porque todo juramento es un énfasis.

Resiste al mal pero sin asombro y sin ira. A quien te hiriere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.

Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón.

Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.

Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar...

La puerta es la que elige, no el hombre.

Feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia.

Felices los valientes, los que aceptan con ánimo parejo la derrota o las palmas.

Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo, porque éstas darán luz a sus días.

Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.

Felices los felices.


Jorge Luis Borges
Argentina 1899 - Suiza 1986

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