lunes, 29 de marzo de 2010

Pésaj


Con la aparición de la primera estrella, la comunidad judía iniciará hoy al atardecer la celebración de la Pascua, conocida como Pésaj, mucho más antigua que la cristiana, y con otro significado. Mientras los cristianos celebran el paso de la muerte a la vida (resurrección de Cristo), los judíos festejan el tránsito de la esclavitud a la libertad, al conmemorar el fin del yugo al que Egipto sometió durante dos siglos al pueblo hebreo, hace más de 3.300 años. Y su marcha por el desierto, encabezada por Moisés, hacia la Tierra Prometida.. Todo esto cristalizó la identidad nacional judía y marcó su génesis como pueblo libre, dando experiencia y fundamento a los conceptos más importantes del judaísmo y su tradición.


Este año, la Pascua judía -que se prolonga durante siete u ocho días, según los países- volverá a coincidir con la Pascua cristiana. Es que el comienzo del Pésaj tiene fecha fija, el día 15 del Nisán (mes del calendario hebreo entre marzo y abril). En cambio, la fecha de la Pascua cristiana es móvil, ya que, si bien la muerte de Jesús aconteció con el inicio del Pésaj, el Concilio de Nicea, celebrado en el año 325, determinó que cayera el primer domingo después de la primera luna llena, tras el equinoccio invernal.


Además de Pésaj, la fiesta se conoce como "La Festividad del Pan Azimo" (Jag hamatzot), observancia que la caracteriza, prohibiendo todo "Jametz", o sea, cualquiera de los cinco cereales: trigo, centeno, cebada, avena y escanda, en contacto con agua por más de dieciocho minutos. Pasado ese tiempo de mezcla con líquido se inicia la fermentación. Por lo tanto, Jametz es toda comida preparada con cualquiera de esos granos, aún en cantidades ínfimas.

La única excepción es la Matzá o pan ázimo, pan sin levadura, horneado con todas las precauciones necesarias. Esta veda es una forma de solidarizarse con los precarios alimentos que debió ingerir el pueblo judío durante su paso por el desierto.

El presidente del Centro de Difusión de la Cultura Sefaradí, Mario Cohen, dice que Pésaj "representa los valores permanentes que son inherentes a toda época y lugar; así la libertad humana(del invididuo y el pueblo), la igualdad del nacido en el país con el nacido en el extranjero (Ex. XII-40), la liberación de los oprimidos, el interés por el sufrimiento humano, la no discriminación. Por eso, la celebración de Pésaj implica un llamado de esperanza no solo a Israel. Sino a la humanidad toda. Es una eterna convocatoria que afirma que la libertad es posible y que su búsqueda dignifica a hombres y pueblos".

Durante el Pésaj se lee la Hagadá, el libro que narra la historia del Exodo, y se realiza el tradicional seder o cena familiar, carga de simbolismos.

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