miércoles, 28 de enero de 2009

Oliverio Girondo


QUE LOS RUIDOS TE PERFOREN LOS DIENTES...

Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.

jueves, 22 de enero de 2009

Javier Villafañe


La Pared

En una ciudad, en la costa del Pacífico, hay una pared que está por caerse. Son los restos de una muralla que hace siglos — piedra sobre piedra — levantaron los indios.
— Cuidado — decían los habitantes de la ciudad cuando algún turista iba a pasar al lado de la pared —, cruce la calle. Esa pared puede caerse.
Era un peligro esa pared. Podía caerse de un momento a otro.
Sobre la pared dormían la siesta los gatos en invierno.
Había lagartijas al pie de la pared.
Había una enredadera.
Había hormigas que subían y bajaban por la pared.
Había ratas debajo de la pared.
En un hueco de la pared había un nido de pájaros. Había arañas.
Un día hubo un terremoto. Todo se derrumbó en la ciudad: la iglesia, el hotel, la cárcel, los árboles. Sólo quedó la pared de pie, inclinada, a punto de caerse.

La Selva

Sembró de más en el fondo de la casa.
Una tarde, después de haber regado, no pudo salir. Gritó: ¡Auxilio! ¡Socorro!
Nadie podía oír. Estaba en la selva. Una víbora — la manguera — lo había enroscado hasta ahogarlo. El gato daba vueltas a su alrededor. Caminaba con el andar felpudo de los pumas.


Textos extraídos del libro "Circulen, caballeros, circulen" de Javier Villafañe. Buenos Aires, Ediciones del Cronopio Azul, 1995, Colección Libros de Fondo Blanco.

miércoles, 21 de enero de 2009

Aretha Franklin

Ayer, en Washington.

Canta "Muddy Water":



Canta "Trouble in mind":


martes, 20 de enero de 2009

Hoy asume Obama


Según anticiparon sus asesores, Obama se reunirá mañana con los generales para pedirles un plan de retirada de Irak. Asimismo, en la primera semana de gobierno ordenará cerrar la cárcel militar de Guantánamo, que quedó envuelta en un escándalo por violaciones de los derechos humanos durante la presidencia de George W. Bush.
El propio presidente electo dijo que tomará decisiones riesgosas que podrían definir el futuro de los Estados Unidos y, por lo tanto, impactar en el resto del planeta.

Diario "La Nación" 20/01/09

sábado, 17 de enero de 2009

Juanele Ortiz


-Rilke observó que el juego de los animales es una de las cosas más emocionantes -sonrió Juanele-. Y Rafael Barrett, ese gran escritor sobre el que alguna vez habrá que hacer un estudio, escribió que el perro nos ayuda a salvar el abismo de la comunicación humana, y el gato nos comunica con las estrellas. Sí, con las estrellas, y de ahí el éxtasis que los sobrecoge a los gatos de noche, paraditos sobre un muro.

Extraído de una entrevista a Juanele Ortiz en 1978 por Alicia Dujovne Ortiz.

Para leerla completa:

miércoles, 7 de enero de 2009

Historias de mujeres infieles.


¿Cómo vuelvo?

Por Hebe Uhart

Yo no soy muy suelta de lengua y no crea que lo que le cuento a usted lo puedo decir por ahí, y menos en mi pueblo: se lo cuento a usted porque es una desconocida; si le contara a alguien de allá, en dos minutos estoy perdida. Yo vivo en una calle que da a la ruta; allí, mi marido y yo tenemos una estación de servicio; va bien, gracias a Dios; él es un buen hombre y no me deja faltar nada: tengo mi heladera, mi televisión y un cochecito usado: lo movemos poco. Los chicos se fueron a vivir a Venado Tuerto, para estudiar el secundario. Entre mi marido y yo atendemos la estación de servicio. Yo también atiendo la escuela: vengo a ser maestra, directora y portera, tengo en total diez alumnos.

Para leerlo completo:


http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1085780

lunes, 5 de enero de 2009

Lula da Silva


BAJO EL AGUA. Lula da Silva bucea en las costas de Fernando de Noronha. (AP)

jueves, 1 de enero de 2009