lunes, 18 de mayo de 2009

Los monstruos


Qué vergüenza
carezco de monstruos interiores
no fumo en pipa frente al horizonte
en todo caso creo que mis huesos
son importantes para mí y mi sombra
los sábados de noche me lleno de coraje
mi nariz qué vergüenza no es como la de Goethe
no puedo arrepentirme de mi melancolía
y olvido casi siempre que el suicidio es gratuito
qué vergüenza me encantan las mujeres
sobre todo si son consecuentes y flacas
y no confunden sed con paroxismo
qué vergüenza dios mío no me gusta Ionesco
sin embargo estoy falto de monstruos interiores
quisiera prometer como Dios manda
y vacilar como la gente en prosa
qué vergüenza en las tardes qué vergüenza
en las tardes más oscuras de invierno
me gusta acomodarme en la ventana
ver cómo corre la llovizna corre a mis acreedores
y ponerme a esperar quizás a esperarte
tal como si la muerte fuera una falsa alarma.

MÁS O MENOS LA MUERTE

La muerte es sólo un niño
de cara triste
un niño
sin motivo
sin miedo
sin fervor
un pobre niño viejo
que se parece
a Dios.

A veces
sin embargo
es tan sólo un silencio
sin pasado
sin molde
sin olor
un silencio en que ladran
los perros
esos perros
y uno se pregunta
quiénes son.

Otras veces.

Otras veces
es una niebla espesa
que se mete en los ojos
que destruye la voz
y lo arrincona a uno definitivamente
bueno
definitivamente no
tan sólo hasta que uno
se siente
sin amor.

A veces.

Pero es raro.
Por lo común la muerte
es solamente un niño
de cara triste
un niño
que sale de la noche
sin motivo
sin miedo
sin fervor
un pobre niño viejo
que deja caer su mano
sobre mi corazón.

Mario Benedetti
(14 de septiembre de 1920-17 de mayo de 2009)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que lindo es esto, Vistuercita.
No la conocía. Muchas gracias.
Y fuertes abrazos.
La flaca y consecuente pero que confunde sed con paroxismo.

Amanda dijo...

Apareciste! Extrañaba tus mensajes.
Nos dejó esto y tanto más...

Anónimo dijo...

Siempre ando por acá, Vistuercita.
Vengo a buscar compañía