martes, 26 de agosto de 2008

La cocina judía



Toda la cocina judía se ha basado siempre en la pobreza y la escasez, en los suspiros y en la culpa. Y debe ser eso, nomás, lo que le da un sabor incomparable.


Blintzes, látkes, kreplaj y knishes;
kneidlj, cháchalaj, kigl y kijalaj,
mandeburchenik y humentashn,
begalaj y coilich,
jolodetz, pastron, heiring, gefilte fish
y para bajar todo y no enfermarse nunca
y crecer sano y fuerte,
la panacea universal,
directamente de la fuente de juvencia,
la famosa penicilina idische;
sopa de pollo.

Coma de todo y engorde sin culpa. Es un consejo de mis abuelas, de mis tías, de mi mamá y de mi suegra.

Jorge Shussheim

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