Cámara Gesell
Panorama desde el
muelle
Por Fernando
Bogado
No hay lugar más monstruoso que el lugar turístico fuera de
temporada. La dejadez, el silencio intranquilizador, los restos de un verano
perdido que se disuelven en el frío del viento. Cámara Gesell, la última novela
de Guillermo Sa-ccomanno, transcurre en ese momento perdido, entre temporada y
temporada, retratando en sus más de 500 páginas la vida cotidiana de un pueblo
al que sencillamente se lo conoce como La Villa, un lugar sumido en el crimen y
la más básica chismografía, esa suerte de vigilancia policial del ojo del
vecino que registra, comenta, pero no actúa. “Curiosamente –-asegura
Saccomanno–, cuando no hay nadie, cuando no es época de turismo, es cuando más
vigilado estás. Siempre hay alguien que está mirando, corriendo la cortina y
revisando. El rumor, junto con el adulterio, son los deportes favoritos de
cualquier pueblo.”
Sin embargo, ese retrato de lo más básico y cotidiano es, tal vez,
la mejor estrategia para avanzar sobre un tema que excede las vicisitudes de
este pueblo (no tan) imaginario: en las páginas de Cámara Gesell el lector
podrá encontrar rápidamente la insistencia de otros temas, otras preocupaciones
que incumben a lo filosófico, a lo moral... Cámara Gesell es, tal vez, una
novela que se preocupa por el mal y su representación, un texto moral que apela
al fragmento como estrategia de representación estética. No por nada ese
espacio turístico se compara más de una vez con aquel otro lugar pesadillesco,
laberíntico y para nada vacacional: el Infierno.
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